Cuántas veces hemos deseado borrar un día, un instante, un momento, hasta un año de nuestras vidas, a borrarlo todo y vaciar nuestra memoria. Cuántas veces deseamos volver a ser niños, vivir todo de nuevo, recuperar lo que se fue o, por otra parte, dejar que el tiempo ponga las cosas en su lugar. Algunos simplemente no esperan nada del tiempo. Da lo mismo, regresar o avanzar, simplemente renuncian a que el tiempo continúe su paso y se marchan con lágrimas y un largo adiós. Si desearamos en algún momento perder completamente la memoria y plegarnos, por ejemplo, a la frase "comezar de nuevo", ¿cuántas cosas no perderíamos? Serían como aquellas cosas que se extravían accidentalmente en una mudanza y luego se extrañan. Perderíamos el calor del primer beso y la sensación de aquel amanecer que fue perfecto. La nostalgia por amores pasados y la inocencia con la que nos entregamos a lo desconocido esa primera vez. Quedarían atrás los amigos que iban a ser eternos, las cartas q...