Te quiero, ¿Lo entiendes? Podría repetirlo hasta que mis labios se sequen y las palabras dejen de tener sentido. Podría escribírtelo en francés o en chino, al revés, con letras rojas o con tinta invisible. Podría tatuármelo en la frente, para que lo vieras cada vez que me miraras. Podría hacer que un avión lo escribiese en el cielo, como en las películas, o que apareciese en el marcador, en el medio de un partido. Pero no me gustan los aviones, ni se hablar chino ni francés, me dan miedo las agujas y nunca supe encontrar tinta invisible. Solo me queda decírtelo. Te quiero, ¿vale?
...
Tal vez aprenderemos a asumir los miedos cuando nos riamos de ellos, cuando ya no te importe nada de lo que pueda ocurrir, cuando los olvidemos o cuando haya pasado un largo tiempo desde que empezamos a tenerlos. P uede que cueste superarlos y que tardemos años en hacerlo, pero es mejor superarlos ahora que vivir con ellos toda la vida.
Comentarios
Publicar un comentario